Su frecuencia varía en los diversos países del mundo. Entre los factores relacionados con su etiología y patogenia destaca la cirrosis: entre 50 y 75% de los carcinomas hepatocelulares se presentan en hígados cirróticos.
La cirrosis por hepatitis B es el factor de mayor riesgo. Las personas con serología positiva para antígeno de superficie B tienen un riesgo de carcinoma hepatocelular 230 veces mayor que las personas sin antígeno. La cirrosis alcohólica tiene un riesgo mucho menor que la poshepatitis B de desarrollar un carcinoma hepatocelular. Sin embargo, como en algunas regiones la cirrosis alcohólica es mucho más prevalente que las post-hepatitis, la mayoría de los carcinomas hepatocelulares en cirrosis se pueden originar en una de tipo alcohólico.
Macroscopía: Masas nodulares blandas, hemorrágicas, ocasionalmente verdosas, localizadas más frecuentemente en el lóbulo derecho. Se distinguen cuatro formas macroscópicas:
a) Uninodular,
b) Multinodular
c) Masiva (la masa tumoral ocupa la mayor parte de un lóbulo)
d) Difusa. El tumor tiene marcada tendencia a la extensión intravascular: fecuentemente hay permeación, acompañada de trombosis, de la vena porta o de las venas hepáticas.
Diseminación: El tumor se disemina por invasión local, metástasis a ganglios linfáticos regionales, y metástasis hematógenas, más frecuentes en: pulmón, hueso, corazón y glándula suprarrenal.
Pronóstico: Es muy desfavorable, con sobrevida de pocos meses. La radioterapia y la quimioterapia no son efectivas. La resección quirúrgica del tumor y el transplante de hígado han dado resultado en algunos casos.
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